Entrega de la
Entrega de la «corbata» a la Escuela Naval Militar.
En la mañana del viernes 15 de marzo tuvo lugar en el patio “Álvaro de Bazán” de la Escuela Naval Militar (Marín, ría de Pontevedra), el acto de imposición de la Medalla de Honor del Real Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias, en su modalidad de corbata de honor, a su Bandera.

El acto, que estuvo presidido por el Comandante-Director de la Escuela Naval Militar, Capitán de Navío D. Juan Luis Sobrino Pérez-Crespo, contó con la asistencia de numerosos miembros de ambas Corporaciones, acompañados por sus familiares, así como con una representación del Cuerpo de la Nobleza del Antiguo Reino de Galicia.

Tras la incorporación de la Bandera y el canto de la Salve Marinera, tuvo lugar el tradicional acto de homenaje a los Caídos que finalizó con una descarga de fusilería. Posteriormente y tras la lectura del acuerdo de imposición por parte del Secretario General y Vocal de la Corporación, Ilmo. Sr. D. Carlos Franco Suanzes y el Ilmo. Sr. D. Arturo Llerandi y Morán, Vocal del Consejo de Gobierno del Real Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias impusieron las respectivas medallas y corbatas de honor a la Bandera de la Escuela Naval Militar.

Finalizada la imposición el Excmo. Sr. Vizconde de Ayala dirigió una breve alocución a los asistentes, en la que resaltó su vinculación con la Armada y con la figura de Don Juan de Borbón, Conde de Barcelona –antiguo alumno de esta Escuela Naval Militar- y reconoció la espléndida y fructífera labor de la Escuela Naval Militar en la conservación y transmisión de valores a los futuros oficiales.

A continuación tomó la palabra el Excmo. Sr. D. Manuel María Rodríguez de Maribona y Dávila, Delegado Presidente del Real Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias, con el siguiente discurso:

Ilmo. Sr. Comandante-Director, Jefes, Oficiales, Suboficiales, Guardiamarinas y aspirantes, Señoras, Señores, amigos todos.

Es muy grato, siempre, el poder  destacar la calidad meritoria de las actuaciones de una fuerza militar, más aún cuando se trata de la excelsa Armada española y, muy especialmente, cuando tenemos el enorme placer de haber sido acogidos en su casa en esta brillante y emotiva ceremonia.

El Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias, aglutina en su seno a gran parte de los descendientes de la antigua nobleza asturiana, y entre ellos muchos oficiales, jefes y almirantes de la Armada, que tanta importancia ha tenido en el servicio de nuestra tierra. Este estamento que ha marcado nuestro devenir histórico, íntimamente ligado a la monarquía –nobleza de noblezas-, y no solo por la denominación del título del heredero de la Corona: PRINCIPE DE ASTURIAS, sino sobre todo por el continuo apoyo, incondicional y desinteresado de los asturianos a la causa de nuestros reyes a lo largo de la Historia.

Sin embargo, con el cambio de los tiempos, desorganizada la nobleza como estamento y perdida hoy su relevancia política, el Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias, pretende reavivar una tradición varias veces centenaria, que enlace los valores heroicos, éticos y morales de nuestros antepasados, de nuestra historia, con las necesidades reales de la época que nos ha tocado vivir. Y precisamente para adecuar estos ideales a la actualidad, nuestra corporación tiene entre sus fines estatutarios una visión de proyecto que se aleje totalmente del sentido de un club de gentes desocupadas que pretenden presumir de una nobleza de sangre anacrónica, para enfocar por el contrario su motivo de existencia en el mantenimiento de estos valores éticos y morales que nos han transmitido nuestros abuelos, actualizándolos para cumplir su verdadera misión acoplada a las circunstancias de hoy, con el fin de difundirlos por nuestra sociedad, tan carente desgraciadamente de ellos.

Y por estos motivos, era nuestro ferviente deseo estar hoy aquí, en este Acto de Homenaje  a la Bandera de Combate de la Escuela Naval Militar, para hacer entrega de la Corbata de Honor del Cuerpo de la Nobleza del Principado de Asturias, cuya Junta de Gobierno presidida por Don Francisco de Borbón, Duque de Sevilla,  ha aprobado por completa unanimidad con ocasión de los méritos contraídos a lo largo de la historia por esta gran Institución, así como también por el arraigo y vinculación que tiene la Armada Española con todos nuestros miembros.

Sería inacabable el intentar enumerar los muchos logros de nuestros gloriosos marinos  a lo largo de la historia, y bien sea el descubrimiento de América, la primera vuelta al mundo realizada por Juan Sebastián Elcano, el descubrimiento de la ruta marítima entre Asia y América, en definitiva la defensa de nuestra nación en todos los mares del mundo, y tantos y tantos hechos de vital importancia para España, para Europa y para toda la humanidad.

Es de todos sabido que la Armada Española ha sido la más poderosa del mundo hasta casi entrado el siglo XIX, y de ello dan fe los cronistas e historiadores de todos los tiempos. Sin embargo de tantas batallas ganadas, tenemos también ejemplos en nuestra historia de valerosa gallardía en la adversidad. Por eso me gustaría ahora citar el caso de Trafalgar, porque lo maravilloso de esta batalla, lo trascendental, es el impagable mérito del militar español, de esa sangre derramada que ha permitido glosar las grandes glorias, del coraje y el entusiasmo de los españoles que aún hoy día nos deja embebernos de ese sentimiento. Porque Trafalgar dice sobre la magnífica fuerza y el arrojo del marino español, y porque tanto en las victorias como en las derrotas, nuestra Armada siempre ha destacado y ejemplarizado por su valor en el mundo.

En esta Escuela he tenido el privilegio, como Alférez de Navío reservista voluntario que tengo el legítimo orgullo de ser, de cantar con mis compañeros su himno, y de su inspirada letra quiero resaltar ahora:

Hay que morir o triunfar,
que nos enseña la Historia
en Lepanto la Victoria
y la muerte en Trafalgar.

 

Dicho esto, añadiré que todos nosotros, a quienes hoy nos han abierto tan generosamente las puertas de esta magnífica Escuela Naval Militar, nos sabemos descendientes de militares, y casi todos nosotros nos honramos de tener Guardias Marinas en nuestras familias, quienes son los antecedentes de esta meritoria fuerza, de los que hoy estáis aquí como alumnos. Hoy nosotros sí que recibimos una verdadera recompensa, y es que nos permitáis disfrutar de estas horas en vuestra Escuela, la misma que forja a los futuros oficiales que sabrán continuar una grandísima labor de siglos, y que seguirán escribiendo en letras de oro, las glorias de nuestra amada nación española.

Muchas gracias.

Tras estas alocuciones, el Comandante-Director de la Escuela Naval Militar se dirigió a los componentes de la Corporación para agradecerles la  distinción otorgada a la Escuela Naval Militar, y para glosar los principios y valores que en este centro de enseñanza militar se transmiten a todos los alumnos que allí se forman en el servicio a España, con éste magnífico discurso:

Excmas. e Ilmas. personalidades, Señoras y Señores, Señores Oficiales y profesores, Damas y Caballeros alumnos Suboficiales y dotación.

Como no puede ser de otra manera, quiero comenzar mis palabras agradeciendo de todo corazón, en nombre de la Armada y de esta Escuela Naval, a la Maestranza de Caballería de Castilla y al Cuerpo de la Nobleza de Asturias, la importante distinción que, en forma de corbata, han decidido otorgar a la bandera de esta Escuela.

Pueden estar seguros de que estas singulares y prestigiosas condecoraciones que se le acaban de imponer a nuestra enseña en solemne acto castrense, nos acompañarán siempre, y se incorporarán al bagaje histórico que se refleja, como mandan nuestros reglamentos, en el Libro Historial de la Bandera, donde, entre otras, compartirá páginas con la Medalla Militar colectiva, la Orden de Malta o la Orden de Alfonso X el Sabio.

Nos llena también de satisfacción el hecho de que quienes encabezáis la representación de ambas Instituciones estéis vinculados a la Armada; podéis estar seguros de que el cariño que aquí nos mostráis, y que nos llena de sano orgullo, es correspondido, igualmente, por todos los que componemos la dotación de nuestro centro académico.

Preside este Patio de Aulas la estatua de uno de nuestros más valientes y egregios nobles y marinos. Don Álvaro de Bazán y Guzmán, primer Marqués de Santa Cruz de Mudela, Grande de España, Capitán General de la Armada y Caballero de la Orden de Santiago. Granadino de nacimiento aunque navarro de origen, Don Álvaro combatió por primera vez en la mar a los 17 años, al lado de su padre. Fue en aguas cercanas a éstas que nos bañan, y su oponente, unos corsarios franceses. En el siglo XVI no existía todavía la Escuela Naval, y nuestros marinos aprendían y se formaban a bordo de los barcos de la Armada más potente del orbe.

Miguel de Cervantes lo cita en “El Quijote”, refiriéndose a él como “rayo de la guerra”, y también como “padre de los soldados”, lo que además del valor e inteligencia que todos sus biógrafos mencionan, pone de manifiesto sus innatas dotes de liderazgo, y de preocupación por los subordinados; dotes que resultan imprescindibles en el Oficial de la Armada. En el oficial del siglo XVI, y en el del siglo XXI. Porque son valores y actitudes, como los que atesoran las Instituciones que tan dignamente representáis, que perduran en el tiempo. Valores que desde la creación del Colegio de Guardiamarinas en mil setecientos diecisiete inculcamos a nuestras Damas y Caballeros Alumnos.

Ellos ya no se forjan combatiendo corsarios, pero sí lo hacen adquiriendo la sólida formación científica que siempre ha caracterizado al Oficial de la Armada, y realizando un demandante adiestramiento tanto en el campo como en la mar, porque saben que pronto los ojos de sus subordinados los examinarán cada día en su quehacer, y deberán demostrar que lucen las estrellas y la coca en su bocamanga porque realmente se las han ganado a pulso.

Estos marinos del siglo XXI que hoy forman delante de vosotros son los dignos herederos de los que vencieron, junto a Don Álvaro de Bazán, en la isla Tercera o en Lepanto; saben que la vida de servicio a España que han elegido al entrar en la Escuela Naval, les ha exigido y les exigirá a lo largo de su carrera, abnegación, espíritu de sacrificio, afán de superación, responsabilidad, disciplina, lealtad, valor, adaptabilidad, entrega, entusiasmo y sobre todo, amor a la profesión que libremente han elegido.

Ellos ya han aprendido que todo lo que en la vida merece realmente la pena, demanda un esfuerzo; no es fácil su quehacer diario en esta Escuela, y son conscientes de que tienen que aprovechar al máximo cada minuto del día para formarse y sacar provecho de todos los medios que tienen a su disposición.

Casi tres siglos de actividad formando a los oficiales de la Armada, que abarcan muy diferentes etapas de nuestra historia, confieren a la Escuela Naval Militar un sello muy especial. Y nos obliga asimismo a no bajar la guardia y a mantener el rico legado que heredamos. Nos esforzamos por combinar en las más ajustadas proporciones tradición y modernidad, porque los jóvenes que aquí formamos humana y profesionalmente son jóvenes de su tiempo, una parte del tesoro que es la juventud española, que aquí moldeamos y pulimos para obtener el competente oficial que la nación española demanda.

De este modo, igual que Lope escribió de Don Álvaro, también nosotros podremos exclamar el “Rey servido y patria honrada” de su verso.

Reiterando nuestro agradecimiento por las distinciones que hoy nos habéis otorgado, ruego a nuestra Patrona, la Virgen del Carmen, que nos proteja siempre y nos ayude a cumplir con nuestro deber con entrega y alegría, buscando obtener la mayor de las recompensas, que no es otra que la satisfacción del deber cumplido.

FIRMES

Para finalizar, os pido a todos que os unáis a mí en las voces que dan testimonio de nuestro amor a España y a la Armada, y de lealtad a su Majestad el Rey.

Señoras y Señores, Señores oficiales Damas y Caballeros Alumnos, Suboficiales, dotación, ¡Viva España! ¡Viva el Rey!

Seguidamente, los asistentes entonaron el Himno de la Armada, y el Capitán de Navío Comandante-Director dio los patrióticos gritos de ¡Viva el Rey! y ¡Viva España!, unánimemente pronunciados por todos los asistentes a una sola voz.

El acto finalizó con el desfile del Batallón de Alumnos de la Escuela Naval Militar, presidido por el Capitán de Navío, Comandante-Director, al que acompañaron en el estrado representantes de la Corporación.

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